En el pueblo de Tlacolula, en el estado de Oaxaca, el mercado se instala el dÃa domingo. Es la ocasión en la que se congregan, desde hace mucho tiempo, los habitantes de las comunidades vecinas. Al mercado de Tlacolula unos arriban para vender lo que han cosechado o fabricado. Otros, en cambio, asisten a intercambiar productos o a comprar lo que les hace falta en sus hogares.
Los mercados oaxaqueños tienen un encanto muy especial, que lo mismo fascina a los estudiosos en la antropologÃa, que a los turistas y viajeros del resto de México y del mundo. Son muy parecidos a los tÃpicos tianguis que se instalan en prácticamente todas las urbes del paÃs. Sin embargo. Detalles adicionales que comentaremos a continuación, les dotan de un valor extra que los hace irresistibles y muy valiosos.
Tradiciones, anécdotas históricas, un patente sincretismo y siglos de costumbres que ni el tiempo o la modernidad han logrado alterar son caracterÃsticas que definen a los mercados de Oaxaca. Quien visita uno de estos espacios, parecerÃa transportarse en el tiempo y en el espacio, a un lugar donde la esencia de nuestro paÃs fuera la pauta principal de todo el ambiente.
Un ejemplo de mercado popular en territorio oaxaqueño, lo tenemos en Santo Domingo Ocotlán, población localizada a 29 kilómetros de la capital del estado. Los jueves es dÃa de mercado en este lugar. En lugar de los puestos variados de los tÃpicos tianguis, en los mercados oaxaqueños como el de Santo Domingo Ocotlán se puede observar a personas mostrando aves de corral para venta, en las banquetas del pueblo.  También se comercializan cacerolas, jarros, platos, molinillos de madera y utensilios de barro negro. No se trata de artesanÃas, sino artÃculos para el uso cotidiano de la gente de estos lares.
Otros de los objetos que anuncian en la calle los vendedores que asisten al mercado de los jueves en Santo Domingo Ocotlán, son: petates, madera de ocote, pedazos de cal, cazuelas con la bebida tradicional llamada tejate, estribos de cuero y monturas, tepache y pulque, semillas, chiles, especias, tlayudas y frutas variadas, dulces, pan, camarones secos, flores, yerbas y chapulines. Colores, aromas y sabores colman los sentidos de los visitantes, en una experiencia única, de gran valor cultural y turÃstico.
El mercado de Santo Domingo Ocotlán da directamente a la iglesia del pueblo, la cual destaca por su fachada de color azul pastel con adornos ocres y blancos. En este templo resaltan sus columnas adosadas y los nichos donde se exhiben representaciones escultóricas de santos.
Para llegar a Oaxaca se puede utilizar la vÃa terrestre. Desde la Ciudad de México, se parte de la Calzada Ignacio Zaragoza, y tras dejar atrás Santa Martha Acatitla se sigue hacia el entronque de San MartÃn Texmelucan. Una vez allÃ, se toma el desvÃo hacia el entronque de Puebla, luego la ruta hacia Acatzingo y posteriormente a Cuaunopalan. Lo que sigue es llegar a Tehuacán y no mucho después, los desvÃos a San José Mihuatlán. Nochixtlán y finalmente hacia Santiago Etla. Desde allà basta con seguir unos 15 minutos hasta llegar a la ciudad de Oaxaca.
Otro mercado interesante es el mencionado al inicio, que se pone los domingos en el pueblo de Tlacolula. Este último es una comunidad de mayores dimensiones que la de Santo Domingo Ocotlán y por ello, su mercado también es más vasto. La zona más concurrida y abastecida del mercado de Tlacolula es la de comida cruda, en donde se ponen a la venta tasajo, cecina y chorizos.
Es recomendable seguir la usanza de quienes visitan esta parte del mercado de Tlacolula: quienes compran su carne en el espacio antes referido, la asan directamente en el mercado, en unos anafres encendidos con carbón instalados para este fin. Es una delicia oler y degustar la carne, lista para ser saboreada en ricos tacos, acompañada de una salsa picosa, y cebollas o nopales asados. Los mercados de Oaxaca son depósitos de tradiciones y hábitos de vida que se conservan desde tiempos inmemoriales.
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