En el momento de planificar un viaje, muchas personas prefieren viajar miles de kilómetros en coche o tren, a fin de evitar el transporte aéreo por diferentes motivos, muchos de ellos mitos urbanos
¿Puede un rayo provocar un accidente de avión? ¿Hay más posibilidades de contagio de enfermedades en los aviones? ¿Tienen los miembros de la tripulación restricciones de peso y altura? A menudo estamos acostumbrados a escuchar numerosas leyendas sobre viajar en avión. Desde que los pilotos son todos ricos hasta que el contenido de los aseos se van soltando durante el vuelo, son muchos los mitos que circulan popularmente sobre los aviones y su funcionamiento.
A continuación, hemos seleccionado algunos de los más comunes y curiosos, que esperamos resuelvan todas las dudas que puedan quedar sobre estos gigantes aéreos que, contra lo que popularmente se cree, representan uno de los medios de transporte más seguros del mundo y más adaptados a las necesidades de los pasajeros.
Como decíamos, los aviones están muy lejos de ser un medio de transporte con grandes posibilidades de accidente y, cuando esto ocurre, no siempre se convierten en graves catástrofes. De hecho, alrededor del 95% de los pasajeros en accidentes de aviación en los Estados Unidos entre 1983 y 2000 sobrevivieron a estos. Lo que pasa es que, por lo general, solo se vuelven mediáticos aquellos accidentes con consecuencias negativas, con muchos muertos o heridos.
Es prácticamente imposible, primero, porque las puertas de un avión comercial quedan selladas y debidamente preparadas para evitarlo, y segundo, porque con la presión que soporta el avión en vuelo se necesitaría una fuerza inhumana para abrirlas.
Por lo general, cuando la señal de abrocharse los cinturones está encendida y no hay turbulencias, significa que el piloto o copiloto están en el baño. Así, los azafatos se aseguran de que todo el mundo está sentado. Igualmente, el jefe de cocina suele vigilar la entrada a la sala de mandos para que nadie pueda entrar.
No, todo lo contrario. Es cierto que el aire del interior de la cabina va cambiándose entre diez y quince veces cada hora. Este se va mezclando continuamente con aire del exterior y va pasando por filtros. Así, contra lo que se suele creer, el aire que se respira dentro de un avión acaba siendo incluso más sano que el de casi cualquier otro sitio lleno de gente.
La tripulación tiene que medir por lo menos 1,57 metros para poder llegar a los compartimentos superiores y para poder operar los mecanismos de seguridad y evacuación durante una emergencia. Por otro lado, medir más de 1,85 puede ser peligroso por tener problemas de movilizad a la hora de tener que desplazarte por el pasillo en situación de emergencia.
A pesar de que no está demostrado, un solo móvil, reproductor de música o tablet no causaría gran revuelo en los sistemas de navegación del avión, pero si todos los pasajeros tuvieran sus aparatos electrónicos encendidos, la combinación de interferencias podría convertirse en un problema. No obstante, como sabrás, es obligatorio, hasta el momento, desconectar todos estos dispositivos –incluido en modo avión– por precaución.
En principio, no, a menos que surjan problemas técnicos. Los residuos de los aseos van a parar a unos depósitos que son vaciados y preparados en tierra por camiones cisterna.
En teoría, un avión, que no dejaría de ser un gran aparato de metal volando entre una tormenta, es el blanco perfecto para un rayo. Sin embargo, el último avión que tuvo un accidente como consecuencia de un rayo fue en 1967. Actualmente, los aviones están hechos a prueba de rayos y superan pruebas muy rigurosas para recibir un certificado de seguridad frente a radiaciones, rayos y demás.
En este caso, es cierto que no encontraremos la fila 13 en los aviones por las creencias populares. El número 13, como es sabido, es un número históricamente asociado a la mala suerte. Para evitar incomodidades, sustos o mal augurio entre los pasajeros, la mayoría de aerolíneas ha decidido prescindir de la fila 13.
Sí, sobre todo en aeropuertos situados cerca de grandes concentraciones de aves, o ubicados en zonas de interacción con aves migratorias. Sin embargo, por lo general, los aeropuertos cuentan con aves entrenadas para evitar que cualquier pájaro interfiera en el despeje o aterrizaje de los aviones, que es cuando más peligro hay.
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